miércoles, 27 de mayo de 2009

Me situé en el centro

Me situé en el centro como si me fueran a medir, traté de calcular cuidadosamente los espacios, para ser correcta y comencé a vislumbrar todos aquellos entes que me rodeaban. Algunos más cósmicos que otros, a veces más cercanos y rasposos.
Ondulaciones en tela vestían a las transparentes vistas vidriadas, y a medida que reflexionaba sentía como se me asomaban ciertas figuras semejantes a lejanos retratos.
La superficie me envolvía templada y escaseaba luz naranja. A mi izquierda, se distinguían unos amoblados un tanto apenados; a mi derecha, una estación acolchonada que jugaba a ser una suerte de lecho en el cual alguien podría recostarse. Frente a mí, un cuadrado lleno sonidos e imágenes que debería entretenerme; detrás de mí, caras y más retratos ya no tan lejanos, con música, que me hipnotizaba, que hablaba y me decoraba el alma. Arriba mío un sol se encendía, amarillento, cubierto de plafones, que hacían que se perdiera aquella luz naranja.
Distinguí un par de ornamentos, supuse yo adornos, que existían ya desde hace varias décadas, retrocedidos en el tiempo. Pude observar también algunas vanguardias, adheridas al papel, que cubrían las cuatro paredes y modernizaban el lugar.
Tapizadas en sábanas eran allí las horas con reiteradas somnolencias, con ojos entregados al cierre de los párpados. Allí mi cuerpo se hundía en las acolchonadas vestimentas y se dejaba descubrir, al anochecer con los más profundos sueños.