Si la brisa me alcanzara, diría que pasó el viento y me dejó más miedos, diría que soplaste fuerte para que yo te recordara, que camine demasiado rápido y ya habías doblado la esquina o que me llamaste silenciosa por la madrugada.
Fue porque estaba convencida de todo aquello que había pasado por mi mente, lo pensé incontadas veces mientras me sonrojaba y me evaporaba.
Siempre supe que, entre las rarezas de mi universo podrías encajar en las que más divierten, tal vez podría encasillarte como absolutamente superflua, pero no se demorará más el tiempo por que el día menos imaginado aparecerá otra aun más encantadora que no sólo te reemplazará sino que, también, te superará en belleza y armonía. Por estas horas, sigues siendo mi preferida.
Aunque necesitaba más tiempo para revelarte cuanto me habías hecho sonrojar, ya no podías demorarte más y te fuiste pálida, fugaz y adorablemente cálida.