miércoles, 19 de noviembre de 2014

Salvación II

Llenar el vacío con el viento.
Caminar junto a la brisa que recorre senderos fantásticos,
poder abrigar la esencia que nace de la tierra.
Tener los pies firmes, no tambalear, no dudar, no padecer.
Socorrer al más puro de los deseos,
acostarse sobre la montaña misma y ver como filtran sus venas.
Tener los ojos muy abiertos.
Por momentos es necesario confundir la vida con los sueños,
hecho que conlleva magníficas consecuencias.