jueves, 17 de julio de 2008

En el cuerpo de un demente

...Subiendo mi vista adorno mis pupilas de un azul ardiente, lleno, lejano.
Recostada sobre mí yace la hermosura de los días,
contemplando la armonía que muchas veces no percibí y hoy la siento rodeando mis manos, indicándome que nada se detiene sino lo desearía.
Y yo sin concebir nada, rechazo esa armonía colmándola de inquietudes y eufonías que amortiguan las dolencias que pronto sentiré en mi rostro...

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