...Subiendo mi vista adorno mis pupilas de un azul ardiente, lleno, lejano.
Recostada sobre mí yace la hermosura de los días,
contemplando la armonía que muchas veces no percibí y hoy la siento rodeando mis manos, indicándome que nada se detiene sino lo desearía.
Y yo sin concebir nada, rechazo esa armonía colmándola de inquietudes y eufonías que amortiguan las dolencias que pronto sentiré en mi rostro...
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